Periodismo y democracia: la pregunta a Mohammed bin Salman sobre Khashoggi

«Podré no estar de acuerdo con lo que dices,
pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».
Voltaire

Una valiente periodista de la cadena ABC interroga, en el Salón Oval de la Casa Blanca, al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman por su participación en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018. Hace la pregunta incómoda que el presidente Donald Trump y su invitado querían evitar.

Jamal Khashoggi fue un periodista saudí y columnista de opinión de The Washington Post, asesinado en el consulado de su país en Estambul por agentes del gobierno de Arabia Saudita. ¿Quién podía haberlos enviado sino la misma Casa Real? Las opiniones de Khashoggi molestaban a la monarquía, que decidió cobrar esa molestia con la vida del comunicador.

Pero esto no sucede solo en regímenes totalitarios. En la escena es evidente cómo Trump descalifica a la reportera y a su cadena de noticias, para defender a su socio comercial y personal, a pesar de ser el líder del llamado «mundo libre». «Fake news», «eres una periodista terrible» y «no tienes porque incomodar a nuestro invitado con esas preguntas» le dijo el mandatario norteamericano a Mary Bruce, la corresponsal jefe del canal de noticias ABC ante la Casa Blanca

¿Y en Colombia? El presidente Gustavo Petro ha hecho lo propio, estigmatizando a medios de comunicación al calificarlos como “instrumentos de la extrema derecha” o refiriéndose a algunas comunicadoras como “muñecas de la mafia”. Tampoco olvidemos que, durante el llamado Estallido Social, varias sedes de medios nacionales y regionales fueron vandalizadas y atacadas.

Pero el problema no es solo de Petro. Recordemos que Ernesto Samper vengó su molestia por las investigaciones sobre la financiación del Cartel de Cali a su campaña con la salida del aire del noticiero QAP y que Álvaro Uribe pidió insistentemente a los medios de comunicación “no ser cajas de resonancia del terrorismo”, proponiendo instalar la autocensura como práctica periodística en Colombia.

La prensa revisa, pregunta, denuncia e incomoda. Esa es su función en una democracia. Sin prensa no habría Proceso 8.000, ni escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Tampoco conoceríamos la infiltración de las disidencias de las FARC en la Policía y los servicios de inteligencia, mientras la Fiscalía General de la Nación tenía durmiendo el «sueño de los justos» las pruebas almacenadas en los dispositivos decomisados a alias ‘Calarcá’, hace año y medio.

Investigar, denunciar, opinar y difundir la información son acciones fundamentales para mantener viva la demanda por una sociedad libre. Una sociedad que requiere que, desde el gobierno, el congreso y las cortes, se cuide y se estimule la libertad de prensa y su corolario: la libertad de expresión. Sin estas libertades, no es posible avanzar en el desarrollo de una sociedad plural e incluyente.

Desde el Congreso me comprometo a velar por la protección efectiva de periodistas y medios de comunicación. Buscaré proteger su labor, que tantas veces se ve amenazada no solo por los violentos, sino también por actores que utilizan la ley como herramienta de intimidación para callar, amordazar o silenciar. El acoso jurídico no debe permitirse.

Conozco el periodismo desde adentro y he experimentado la censura. También he trabajado con valientes colegas que dedicaron su vida a la comunicación pública y que hoy no tienen pensión o siguen trabajando, ya viejos, con precarios contratos. Otros tantos han sido «empapelados» por sus contradictores por decir la verdad que incomoda. Soy Carlos Naranjo, candidato al Senado de Colombia, y les propongo trabajar juntos para cambiar esta realidad, con normas que protejan el ejercicio periodístico, promuevan la vinculación laboral y garanticen la libertad de prensa como baluarte de la democracia.


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