Candidatos tomando sopita

En cada temporada electoral ocurre un fenómeno casi ritual: candidatos políticos de todos los partidos aparecen en fotos y videos probando empanadas, tamales, arepas, tacos, cebiche, pupusas o cualquier plato tradicional de la región que estén visitando. La escena se repite una y otra vez: sonrisas amplias, mangas arremangadas, un puesto callejero de fondo y un bocado “espontáneo” que busca transmitir cercanía. Pero ¿por qué esta estrategia es tan común? ¿Y qué mensaje intenta enviar realmente?

La comida típica no es solo alimento: es memoria colectiva. Cuando un candidato aparece comiendo un plato tradicional, está haciendo un guiño a los afectos del electorado, mostrando que reconoce —y supuestamente valora— aquello que forma parte de la vida cotidiana de la gente. Es una forma rápida y visual de decir: “Comparto tu cultura, entiendo tus costumbres, soy uno de los tuyos.”

La política es, en gran medida, construcción de percepciones. Mostrar a un candidato en un restaurante lujoso puede transmitir distancia y elitismo; mostrarlo sentado en un mercado o en una fonda popular, en cambio, construye la narrativa de alguien accesible, sencillo y cercano. Comer comida típica se convierte así en una metáfora visual: “No estoy por encima de ti; camino tus calles, como en tus lugares y vivo como tú.”

Las campañas políticas necesitan humanizar a quienes postulan. Las fotos de reuniones oficiales, discursos y trajes formales, aunque necesarias, crean una barrera emocional.
En cambio, ver a un candidato disfrutando una comida cotidiana conecta con lo humano: todos comemos, todos tenemos platos favoritos, todos compartimos alrededor de la mesa. Esa humanidad aparente ayuda a suavizar la imagen pública y generar empatía.

Aunque muchas de estas escenas están ensayadas y planificadas, se presentan como momentos espontáneos y naturales. Este contraste entre la preparación real y la sensación de improvisación es parte de su efectividad, tal como lo mencionamos en NCN Podcast en esta temporada de Cerebro y Marca llamada Las entrañas de las campañas.

La foto perfecta no parece una foto perfecta; parece un instante de cotidianidad capturado casi por accidente. Por supuesto, la eficacia de esta estrategia depende de que la ciudadanía perciba autenticidad. Cuando un acto se siente forzado o claramente impostado, puede volverse contraproducente. En tiempos de redes sociales, donde cada gesto se analiza con lupa, la línea entre parecer cercano y parecer oportunista es muy fina.