



Durante 20 años tuve mi empresa de Publicidad y Marketing dedicada a asesorar a pequeñas y medianas empresas llamada Naranjo Publicidad. Cada año era el mismo padecimiento impuestos de industria y comercio, contadores, facturación y renovación del Certificado de Cámara de Comercio.
Todos aportaban poco valor al proceso de atención y servicio al cliente, pero eran inevitables. En especial este último, relacionado con las Cámaras de Comercio. Sus valores suelen ser significativos para las pequeñas y medianas empresas y establecer tarifas de renovación por facturación así la utilidad sea menor o negativa, me parece francamente un abuso.
Es por ello que considero que las Cámaras de Comercio, encargadas de la certificación de costumbres mercantiles, deben adecuar sus procedimientos a las necesidades del mercado colombiano o desaparecer. Sus procedimientos, propios de un monopolio, y juntas directivas siguen siendo controladas por claros intereses políticos y empresariales ajenos a los pequeños y medianos empresarios, que son la mayoría de las empresas en Colombia.
Necesitamos entidades que verdaderamente representen los intereses de la mayoría de los empresarios en Colombia. Necesitamos cambiar la política, cambiando a los políticos.
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