El Lenguaje No Verbal de Gustavo Petro

El lenguaje no verbal es una herramienta poderosa en la comunicación, especialmente en la política, donde los gestos, expresiones faciales y posturas pueden transmitir tanto o más que las palabras. En el caso del presidente de Colombia, Gustavo Petro, su estilo comunicativo ha sido objeto de análisis por su capacidad para conectar con las audiencias, pero también para revelar sus intenciones o pensamientos sobre los demás y sí mismo. Estuve acompañado de un grupo de expertos en el tema en el programa Nos Cogió La Noche del Canal Cosmovisión.

La importancia del lenguaje no verbal en la política

El lenguaje no verbal incluye gestos, posturas, expresiones faciales, tono de voz y contacto visual. En política, estos elementos son cruciales para generar confianza, empatía y credibilidad. Según estudios, hasta el 93% de la comunicación efectiva puede depender de factores no verbales, especialmente en contextos emocionales o de alta carga simbólica. Para un líder como Gustavo Petro, cuya trayectoria está marcada por un discurso de cambio social y justicia, el lenguaje no verbal es una extensión de su narrativa política.

El lenguaje no verbal de Gustavo Petro

El lenguaje no verbal de Petro ha sido tanto una fortaleza como una debilidad. Por un lado, su estilo popular le ha permitido conectar con sectores que buscan un liderazgo carismático y comprometido con el cambio. Sus gestos y expresiones refuerzan su narrativa de lucha contra la desigualdad y la defensa de los derechos sociales, lo que resuena especialmente con las comunidades marginadas.

Por otro lado, su falta de intensidad gestual y su desparpajo pueden ser percibidos como signo de desprecio al interlocutor o polarizantes. Algunos críticos han señalado que su lenguaje no verbal puede parecer agresivo o excesivamente emocional en contextos donde se espera mesura, como negociaciones diplomáticas o discursos institucionales. También se ha especulado sobre la posibilidad de que el presidente Petro padezca un Trastorno Narcisista de la Personalidad.

En última instancia, el lenguaje no verbal de Petro no solo complementa sus palabras, sino que da cuenta de las reales intenciones de su mensaje. A continuación el programa completo al respecto del lenguaje no verbal del presidente de Colombia en Nos Cogió La Noche:

El Hulk que todos llevamos dentro

Me encontraba esperando el paso en la vía que conduce del sector de La María al municipio de El Retiro donde vivo. Era una curva, pero por fortuna había un operario que alternaba su paleta roja y verde con los letreros de pare y siga. Me enseñó el lado verde mientras en medio de la curva se veía a un obrero haciendo la señal de pare con las manos a quien fuera que viniese pero no sirvió, nos encontramos de frente mi predecesor y yo con otro par de carros que venían en sentido opuesto y sendos conductores enfadados. No lo podía creer, además de pasarse la señal se enojaban con los que llevábamos la vía.

Por la ventanilla le dije, muy calmadamente, a la mujer que conducía el primer auto, que tuviera en cuenta que le habían dicho que parara, mientras el hombre del carro de atrás gritaba y manoteaba mientras me miraba detrás de su vidrio polarizado. Supuse que no era una ópera lo que me dedicaba, de modo que, de repente, me encontré lanzándole improperios al conductor, yo sí con el vidrio abajo, mientras éste continuaba su perorata al estilo de la ópera. Cinco segundos después reflexioné. Yo, «todo un psicólogo», diciéndole «la grande» a otro ser humano en plena vía pública ¿Qué dirían mis perros si me vieran ladrar así? ¿Y qué diría mi madre o mi abuela? ¿Sabrían ellas mejores formas de insultar?

Un poco más abajo descubrí a otro operario, justo el del otro extremo de la vía, con su paleta roja y verde entre las manos y cara de confusión. Al parecer, él también le había dado la vía a los carros que venían, posibilitando el desafortunado encuentro de los carros que venían con los que íbamos, así que todos creímos que llevábamos la vía y que el otro era un irrespetuoso. De inmediato pensé en el tema de la cultura ciudadana y la difícil convivencia en urbes cada vez más abarrotadas.

A veces estamos tan convencidos de que tenemos la razón, que descartamos toda posibilidad de considerar que el otro tenga un buen motivo para hacer lo que hace. Claro, esto puede ser un caso excepcional pero demuestra que no se trata sólo de cumplir las normas de convivencia -pare y siga- sino también de mantener una perspectiva más amplia de la situación para considerar el punto de vista ajeno, por absurdo que parezca. El energúmeno que pita detrás nuestro puede ser un idiota impaciente, pero también puede ser un padre que lleva prisa para llevar a su hijo al médico. Seguramente sucede más lo primero que lo segundo, pero partir de la mala intención o del abuso del otro ayuda poco a la convivencia y la paz interior.

Tal como afirma el psicólogo estadounidense de origen israelí Dan Ariely, «A los humanos nos gusta pensar que somos objetivos, racionales y lógicos. Que tenemos la razón. Algunas veces es cierto, pero también hay muchas ocasiones en que nuestro sesgo cognitivo suele extraviarnos». Y en medio de ese extravío está la convivencia y buena parte de la violencia que padecemos día a día los colombianos. Por ejemplo, ¿sabía usted que la mayoría de los lesionados en los accidentes de tránsito en nuestro país, no provienen de los choques sino de los enfrentamientos entre los afectados?

Tenemos muchos problemas de convivencia en Colombia, y las vías son un caso especial. Es como si al subirnos a un vehículo (carro, moto, bus, incluso a veces patineta o bicicleta) nos transformáramos al mejor estilo del Hombre increíble -Hulk- y no pudiéramos controlar lo que sigue. Bruce Banner, protagonista de la serie, lo sabía y por eso advertía constantemente: «No soy yo cuando me molesto». Hombres y mujeres de trato dulce en persona pueden transformarse en verdaderos energúmenos al volante. El sentirnos rebajados en nuestra jerarquía, sumado al anonimato y la protección de estar dentro de un vehículo con la posibilidad de huir rápidamente, hace que pasemos fácil el punto de no retorno en el autocontrol.

Incluso algunas publicaciones hablan del Síndrome de Hulk o Trastorno Explosivo Intermitente (TEI) para referirse a las expresiones extremas de enfado, llegando hasta el punto de rabia incontrolada, que termina por configurar una reacción claramente desproporcionada con respecto a la circunstancia que la produjo. Nuestras calles y avenidas son testigos diarios de este suceso ¿No somos capaces de expresar la molestia de forma moderada? ¿Es todo o nada? Tal vez aquí yace, en nuestro caso, otro triste rezago de los narcos que nos obligaron a quedarnos callados hasta explotar.

No hay una solución mágica para la convivencia y menos con una naturaleza humana tan proclive a la autoconfirmación de su propia razón y la debilidad de su sistema de control, localizado en el recientemente adquirido lóbulo frontal. Sin embargo, es también esa naturaleza la puede ayudarnos a reconocer que en el otro hay alguien como nosotros y que puede equivocarse sin una mala intención. Respirar profundo, saber que al estar en un auto debemos tener precauciones adicionales sobre nuestras emociones y procurar no tomar los inconvenientes como algo personal, puede ayudarnos controlar un poco el Hulk que todos llevamos dentro.

Artículos de psicología para el periódico Órbita

Escribir sobre psicología siempre será para mi un tema apasionante. Desafortunadamente los psicólogos seguimos basados, en muchas ocasiones, en teorías especulativas o de moda como la neurolingüística o las corrientes metafísicas. He procurado tomar distancia de éstas para centrarme en el principio de realidad del psiquismo humano, a través de la Teoría de la Evolución Darwiniana y el Centro de Estudios de Psicología Evolucionista. Aquí un par de recortes los artículos que he cumpuesto sobre el estudio de los sentimientos y la imaginación.